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No te Enojes con un Niño Enojado

En el momento en que te enojas con tu hijo enojado o tratas de obligarlo a que te obedezca, terminará en apatía (el no preocuparse por nada).

Un niño puede pasar a través de muchas emociones, tal como la alegría, enojo, miedo, llorar, tristeza, etc., con bastante rapidez. Él se sentirá feliz y luego, de repente, se puede enojar con algo.

Pero que luego te enojes con tu hijo no es justo. Él es un niño pequeño y, para él, eres como un gigante. ¡Para él te ves como si fueras de nueve metros de altura y pesaras varias toneladas!

Digamos que el niño te dice, enojado: “¡No me gusta que me digas lo que tengo que hacer!”. Y en respuesta, tú, este enorme monstruo para él, llega y dice: “¡No me puedes hablar así!”. Y tal vez incluso lo amenazaste con abofetearlo. Pero si alguna vez hiciste eso, tu hijo se sentiría como si no tuviera una oportunidad contra ti y que está en un gran problema.

Si manejas mal a tu hijo, puedes empujarlo fácilmente hacia abajo a enojo y luego, si te enojas con él cuando él está enojado, simplemente lo empujarás más abajo hasta que entra en apatía.

¿Por qué un niño se enfada? Por ejemplo, quizás tu hijo quiere algo; está tratando de hacer o tener algo. Por una u otra razón, no puede tenerlo así que trata con más fuerza. Todavía no puede tenerlo y, por lo tanto, se enoja. Y entonces, después de que lo intenta de nuevo mientras está enojado y todavía no puede obtenerlo, entra en apatía.

Aquí está un ejemplo típico de lo que sucede con frecuencia:

El niño dice: “Mamá, quiero ir a nadar”.

Mamá responde: “No puedes ir a nadar”.

El niño entonces dice: “Tienes que dejarme ir a nadar. Jimmy Jones va a nadar”.

Mamá se enoja y empieza a gritarle al niño: “¡No, no puedes ir a nadar!”.

Y luego, de repente, el niño se enoja mucho.

Entonces dice: “De todas formas no quería ir a nadar”. Y cuando menos te lo esperas, algo curioso ocurre. El niño empieza a decirte: “No me gusta nadar”. Esto es negación (un rechazo de algo o alguien), que puede suceder en la infancia. El niño piensa: “No puedo tenerlo, así que mejor me olvido de ello. ¡No lo quiero!”. Esto puede empezar a ocurrir como una ocurrencia regular.

Por ejemplo, el niño intenta conseguir o hacer algo, pero no puede. Se enfada. Luego él dice que realmente no lo quería. Entonces, a medida que el niño cae en este patrón de negación, simplemente tendrá el pensamiento de que quiere algo y automáticamente saltará de enojo a apatía. Tiene el pensamiento: “Me gustaría ir a nadar. No puedo ir a nadar”. Esto se vuelve rápidamente: “Me gustaría ir a nadar. No me gusta nadar”. Y finalmente, como cae en la negación automática: “Vaya, es un bonito día caluroso. Realmente me gustaría..., no me gusta nadar”.

La forma en que empieza a renegarse puede suceder muy rápido. Simplemente hace esto sin pensar. Incluso trata de justificar porqué no le gusta nadar. Te dice: “Odio nadar. Nunca voy a nadar”. Luego dice: “Había un muchacho en nuestra escuela que casi se ahogó”. Pero al principio, a él realmente le gustaba nadar y realmente quería hacerlo. Simplemente se le detuvo y se le dijo que no podía, así que luego entró en apatía y lo negó.

Así que recuerda, si te enojas con tu hijo cuando se enoja, puedes esperar que pase a través de un largo periodo de negación.

Tienes que saber qué hacer para prevenir esto.

Tratando con un Niño Enojado

¿Alguna vez has intentado enseñarle algo a un niño que estuviera enojado contigo?

No va a funcionar.

La respuesta usual de los padres siempre ha sido enojarse con el niño. Solo que eso tampoco funciona.

Para enseñarle algo con éxito a tu hijo, aunque esté enojado, de hecho, hay una cosa muy fácil que puedes hacer. Digamos que el niño ha estado enojado por algún tiempo. Si simplemente hicieras que el niño tocara tus manos una después de la otra y que quizás tocara la punta de tu nariz, encontrarías que la molestia que él tenía desapareció mágicamente y ya no estarías hablando con un niño enojado.

¿Cómo haces que un niño enojado toque tus manos y tu nariz? Puede que tengas que persuadirlo un poco, pero no te enojes con él. Solo trabaja en ello. Pronto volverá a jugar y dejará de estar enojado. ¡Entonces serás capaz de enseñarle algo!

La regla de oro es que nunca te enojes con un niño enojado.

NOTA: Con el fin de continuar, debes completar todos los pasos anteriores de este curso. Tu último paso incompleto es
NOTA: Tienes varias respuestas que fueron incorrectas. Con el fin de continuar, debes releer el artículo y luego poner a prueba tu comprensión de nuevo.