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Justificación

Cuando una persona ha cometido un acto hostil y después lo oculta, por lo general trata de explicar cómo un acto hostil en realidad no es un acto hostil. A esto se le llama “justificación”.

Todos hemos oído a la gente tratar de justificar sus acciones, pero hasta ahora no hemos comprendido exactamente lo que genera la justificación.

Antes de tener los procedimientos de Scientology, no había medio alguno por el que una persona pudiera aliviar su sufrimiento de saber que había cometido un acto hostil, excepto tratar de reducir el acto hostil.

Algunas iglesias y otros grupos han usado la confesión para tratar de ayudar a la gente a obtener alivio de sus actos hostiles. Sin embargo, al carecer de una comprensión plena de todo lo que estaba involucrado, ha tenido una funcionalidad limitada.

Scientology ha probado de forma concluyente que el Hombre es básicamente bueno; un hecho que desafía las creencias antiguas de que el Hombre es básicamente malo. Como prueba de la bondad básica del Hombre, cuando una persona se da cuenta de que está siendo muy peligrosa y está errando, trata de hacer que ella misma sea menos poderosa. Si eso no funciona y aún se encuentra cometiendo actos hostiles entonces intenta deshacerse de sí misma, ya sea alejándose o dejándose atrapar y castigar.

El criminal siempre hace cosas que hacen que sea fácil para alguien atraparlo haciendo algo mal. Él quiere ser menos dañino para la sociedad y quiere volver a ser honesto de nuevo.

Pero si esto es cierto, entonces ¿por qué no obtiene alivio de sus preocupaciones al decirle a otros acerca de sus actos hostiles?

El hecho es este: la gente oculta los actos hostiles porque concibe que decirlos sería otro acto hostil. Es como si la gente estuviera tratando meter dentro de sí toda la maldad del mundo y esconderla. Pero esto no es sensato, porque el ocultar los actos hostiles es lo que mantiene a estos actos en existencia, lo cual hace que el mal implicado continúe.

Cuando el sufrimiento y la preocupación de sus propios actos hostiles se vuelven demasiado grande, una persona se enfrenta a otro problema: cómo reducir el tamaño y la presión del acto hostil. Una persona podría tratar de reducir el acto hostil solo tratando de reducir el tamaño y el valor de la persona contra la que se cometió el acto hostil.

Cuando alguien ha cometido un acto hostil, por lo general trata de reducir la bondad o la importancia de las personas o cosas a las que se les hizo el acto dañino. Por ejemplo, el esposo que es infiel a su esposa debe entonces afirmar que su esposa no era buena de alguna manera. Así, la esposa que fue infiel a su esposo de la misma manera tiene que rebajar al esposo para reducir el acto hostil.

A partir de esto, se ve que la mayoría de la crítica (quejarse acerca de lo que otras personas están haciendo mal o de forma incorrecta) es una justificación por haber cometido un acto hostil. Esto no quiere decir que todo esté bien y que no se merezca ninguna crítica en ningún lugar.

La crítica, cuando no es apoyada por hechos, es solo un esfuerzo por reducir el tamaño del objetivo del acto hostil, para que una persona pueda vivir (o eso espera) con su acto hostil. Por supuesto, el criticar a alguien injustamente y dañar la reputación de alguien es en sí mismo un acto hostil, así que esta “solución” no es, de hecho, funcional.

Los cosas siguen empeorando cuando lo siguiente ocurre: una persona comete actos hostiles sin darse cuenta. Trata de justificarlos encontrando defectos o echándole la culpa a otros. Esto le lleva a cometer más actos hostiles contra ellos, lo cual reduce su propia supervivencia y, a veces, la supervivencia y la reputación de la gente a la que ella está culpando.

Cuando oyes críticas extremas y duras de alguien que suenan un poco forzadas y antinaturales, date cuenta de que este es alguien con actos hostiles contra la persona criticada.

La sociedad castiga muchas de las transgresiones de una u otra forma, pero tal castigo a menudo hace empeorar las cosas.

Las personas que son culpables de actos hostiles, exigen su propio castigo, usándolo para ayudar a detenerse a sí mismas (o eso esperan) de cometer más transgresiones. Algunas personas incluso suplican que las maten. Pero al final, el castigo no resuelve el problema básico involucrado.

En nuestras manos tenemos lo que vuelve loco a este mundo. La buena noticia es que ahora podemos restaurar la cordura usando este conocimiento y comprensión.

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